Monday, May 4, 2015

La Haya: La apacible y rica capital judicial del mundo

Fernando Heller / La Haya Especial para Página Siete
A simple vista, La Haya no posee el esplendor monumental ni la belleza de Ámsterdam, apodada la "Venecia del Norte” por sus pintorescos canales. Es una ciudad más "gris”, administrativa, aunque concentra mucho poder: alberga al Parlamento holandés y, sobre todo, es sede de los principales tribunales internacionales. En pocas palabras: es la capital judicial del mundo. Y ello, además de prestigio, se traduce en mucha riqueza.
La tranquila urbe norteña, surcada a diario por miles de bicicletas, el vehículo preferido por los holandeses que lo han convertido casi en objeto de veneración, acoge, entre otras instituciones, a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que escuchará esta semana los alegatos de Bolivia y Chile en la demanda interpuesta por La Paz para que la Corte obligue al país del Cono Sur a negociar una salida soberana al mar para el país andino.
La ciudad, elegante y residencial, alberga al palacio de trabajo (Nordeinde) y vivienda (Huis ten Bosch) de los reyes de Holanda: Guillermo-Alejandro y Máxima, muy queridos por la población que apoya, casi sin fisuras, a su monarquía.
A unos cinco kilómetros del centro, en un interesante trayecto de unos 15 minutos en tranvía, se encuentra la localidad costera de Scheveningen: sinónimo de buen pescado, sobre todo lenguado y arenque, de agitada actividad portuaria, de dunas de arenas grisáceas, de gaviotas y de vientos huracanados. Además, allí está la cárcel del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), donde, entre otros, estuvo recluido el ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, fallecido en esa prisión en 2006.
La Haya (Den Haag en neerlandés) acoge, además de a numerosos tribunales de las Naciones Unidas y agencias de la Unión Europea (UE). En total, cuenta con 150 organizaciones internacionales, de mayor o menor escala. Por ello, La Haya es, junto a Nueva York, Ginebra y Viena, una de las urbes con más instituciones de la ONU. Y eso también tiene una vertiente económica: el ingreso medio anual de un funcionario internacional en La Haya es de 77.000 euros, el 80 % del cual se gasta en Holanda.
Por ello, el título de "capital judicial del mundo” está plenamente justificado: La Haya acoge además al Tribunal Penal Internacional (TPI, permanente), a las agencias de coordinación de la Policía Europea (Europol) y de Justicia (Eurojust), al Tribunal Especial de la ONU para el Líbano (STL) y, circunstancialmente, al Tribunal Especial para Sierra Leona (SCSL), cuya sede es Freetown.

Ese conjunto multilingüe y multi-racial convierte a La Haya en un particular microcosmos, en el cual, en pocos kilómetros cuadrados centrados en el Statenkwartier, el barrio administrativo, elegante y lleno de parques, casas bajas con jardín y embajadas, no resulta sorprendente ver pasear a las dos partes enfrentadas en un juicio o por algún diferendo como el chileno-boliviano.
"Aquí en La Haya no es nada raro ver cenar en el mismo restaurante al abogado de determinado criminal de guerra, a los fiscales y a los funcionarios de Naciones Unidas", dice Thomas Verfuss, periodista alemán experto en los tribunales internacionales.
La elevada concentración de instituciones internacionales aporta además sustanciosas ganancias: según un informe del ayuntamiento, los cerca de 35.000 extranjeros que trabajan en la ciudad sobre un total de 480.000 habitantes en su núcleo urbano, suponen la existencia de unos 14.000 puestos de trabajo directos y 12.000 indirectos.
De esta manera, las instituciones internacionales generan cerca del 6,5 % del empleo total creado en los últimos años, y unos 2.000 millones de euros (2.200 millones de dólares) de beneficios anuales.
Además, en momentos de actividad judicial especialmente intensa, el sector de la hostelería, hace su particular "agosto”. Janneke Arthuis, gerente de un hotel localizado en el "barrio jurídico", sostiene: "Cuando hay algún caso judicial, nuestras ganancias suben como la espuma, calculamos que entre un 30 y un 40% más”.
El "Palacio de la Paz”
La reclamación de Bolivia contra Chile se sustancia ante los jueces de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Se trata del principal órgano judicial de la ONU. Fue establecida en 1945 en La Haya y es continuadora, a partir de 1946, de la Corte Permanente de Justicia Internacional.
Entre sus funciones figura resolver, mediante sentencias, las disputas que le presentan los Estados (el llamado procedimiento contencioso), además de emitir dictámenes u opiniones consultivas para dar respuesta a cualquier cuestión jurídica que le someta la Asamblea General o el Consejo de Seguridad de la ONU, o por las agencias especializadas que hayan sido autorizadas por la Asamblea General de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas (denominado procedimiento consultivo).
Lo que más sorprende al visitante es la propia sede de la CIJ: el Palacio de la Paz ("Vredespaleis”, en neerlandés). Se trata de un curioso e imponente edificio de estilo neo-renacentista inaugurado en 1913 y construido originalmente como sede de la Corte Permanente de Arbitraje, creada en 1899 por la Conferencia de Paz de La Haya, cuyo objetivo, no logrado, era la limitación de armamentos, en una etapa políticamente muy convulsa de Europa.
La construcción del edificio, que además acoge a la Corte Permanente de Arbitraje, la Academia de Derecho Internacional y la Biblioteca, fue financiada por el filántropo Andrew Carnegie, quien en 1903 desembolsó 1,5 millones de dólares para comenzar la edificación. En su homenaje la explanada del Palacio lleva el nombre Plaza Carnegie.
Para encontrar el mejor diseño posible, se realizó un concurso público internacional. El trabajo ganador fue el del arquitecto francés Louis M. Cordonnier, quien tuvo que hacer varios ajustes a su plan original, para abaratarlo. Frente al plano inicial (con cuatro campanarios, dos grandes y dos más pequeños), sólo se mantuvieron una torre grande en la fachada y otra más reducida, en la parte posterior (las que se pueden contemplar ahora).
Aunque no gusta a todos, está claro que el "Palacio de la Paz” no deja a ningún peatón indiferente. Quien se acerque por la CIJ, una de las atracciones turísticas de La Haya, puede oír frases que van desde "impresionante” hasta "feo” o "aberrante” pasando por "¡qué cosa tan rara!”.

El edificio, que también se utiliza para albergar conferencias internacionales de temas jurídicos, contiene numerosos regalos de las diferentes naciones que asistieron a la Segunda Conferencia de la Paz de la Haya (1907, sobre reglamento arbitral). Hay estatuas, bustos y retratos de políticos de primeros del siglo XIX y XX, alfombras persas, una colección única de relojes suizos, alfombras de pared japonesas y piezas de mármol de Carrara.

Indígenas invocan "espíritu” del mar en apoyo a la demanda de Bolivia

EFE / La Paz
Decenas de sabios indígenas bolivianos y otras nacionalidades realizaron ayer un ritual con agua, alimentos y oraciones para invocar el "ajayu” o "espíritu” del mar en apoyo a la demanda de Bolivia ante Chile de una salida al océano.
El líder indígena Gustavo Sardinas, cuyo nombre en quechua dijo ser Rumy Ullpu, explicó a Efe que los ritos son para pedir por la "sanación de la Madre Agua", en los mares, lagos, vertientes, los manantiales, todos dañados por la contaminación de las mineras.
Sardinas, que llegó desde Buenos Aires, señaló también que los "hermanos indígenas" pidieron "una salida al mar para Bolivia", porque se trata de "una antigua herida" en el continente.
"La Madre Tierra tiene un 70 % de agua, nosotros venimos a honrar a la Madre Agua", agregó, para señalar que la cita se hizo en Bolivia "porque es el primer país del continente donde ha comenzado la descolonización", pero también la revalorización de otro tipo de conciencia para la protección de la naturaleza.
Sardinas participó con decenas de "amautas" o sabios indígenas en los rituales donde se distribuyó agua de mano en mano, se hizo oraciones y se compartieron alimentos en signo de hermandad.
Bolivia y Chile se enfrentarán desde hoy en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, que ha convocado a una semana de alegatos orales para considerar la objeción chilena de su jurisdicción para tratar la demanda marítima boliviana.
Dina Zúniga, una mujer quechua proveniente de Perú, dijo que en el territorio del Tahuantinsuyo, como se conoció al imperio inca, nunca hubo divisiones territoriales entre los países y que hoy se hizo un reconocimiento cultural para defender a la "Madre Agua".
Zúñiga destacó que el acto es para hacer una nueva política para revalorizar al ser humano, al "mar que tiene alma, tiene una vida muy poderosa", pero ante a la que los hombres son "malagradecidos".
No obstante, el joven mapuche Héctor Antil, de Chile, que vio el ritual sin inmiscuirse, cuestionó que se "está usando mal la demanda marítima y que políticamente se está manejando este tema".
Antil agregó que la demanda del mar sí tiene relación con los pueblos indios, "pero no se puede politizar todo" y subrayó que él da su apoyo a las comunidades indígenas que están en Bolivia para que accedan al mar, pero no al Estado boliviano, "que es distinto".
"Los mapuches igual tenemos problemas con el tema del mar con el Estado de Chile", sostuvo el joven.
El Gobierno de Bolivia, presidido por Evo Morales, invitó a este acto en días pasados con el anuncio de que las ceremonias serían una invocación del "ajayu" o el espíritu del mar, en vísperas del inicio de las audiencias en la Corte de La Haya.

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