Sunday, February 14, 2016

Historiador chileno contradice posición de su país sobre el mar

El historiador Cástulo Martínez Hernández aseguró que la historiografía chilena miente sobre el conflicto marítimo con Bolivia y que en sus textos escolares se enseña que nuestro país nació sin acceso soberano al océano Pacífico.

El hecho llama la atención porque Martínez es chileno (nacido en Curicó) e historiador y dedicó gran parte de su obra a investigar y desmentir la versión chilena sobre su relación con Bolivia.

Martínez afirmó que tuvo estrecho contacto con el historiador Roberto Querajazu y fue él quien revisó sus manuscritos y le impulsó a publicar sus investigaciones sobre el conflicto marítimo entre Chile y Bolivia, principalmente los primeros tres titulados Mar de Bolivia, Chile el Depredador y Las aguas al Silala.

PUBLICACIÓN DE OBRAS

A fines de diciembre de 2015, el historiador chileno estuvo en Bolivia en gestiones para que el Gobierno acceda a publicar sus libros porque, según el propio Martínez y su editor en el país, Rafael Urquizo, existe una resolución ministerial que declara a estos libros como de lectura obligada en el nivel secundario.

“Sería muy interesante, ahora que se ha reactivado el conflicto marítimo con el juicio ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que se reactive esta resolución para enriquecer el debate sobre el tema”, aseguró el historiador.

Martínez apoya plenamente la demanda marítima de Bolivia contra Chile. Aclara que queda mucho por hacer y que la lucha recién está empezando.

A su paso por Cochabamba, Martínez accedió a una entrevista con el periódico Los Tiempos para detallar el alcance de su investigación.

Los Tiempos (LT): Cuando hay una demanda de por medio contra Chile, ¿qué influencia cree que puedan tener sus investigaciones?

Cástulo Martínez (CM): Creo que pueden enriquecer el debate, como ya ha estado sucediendo en los últimos años. Yo empecé a investigar para corroborar lo que decía la historiografía oficial de Chile: que Bolivia nunca tuvo acceso soberano al mar.

Yo crecí con esa idea. Pero luego dudé y empecé a realizar mi propia investigación. La inicié con toda la documentación chilena que actualmente no es accesible al público porque no les conviene. También consulté documentos de museos y de la Biblioteca Nacional.

LT.- ¿Qué conclusiones pudo sacar de esas sus investigaciones?

CM.- Me di cuenta que me estaban enseñando una historia adulterada y cambió todo mi esquema de que la verdad histórica siempre ha estado de parte de Bolivia y que Chile actuó con malas artes para lograr lo que tiene. LT.- En qué aspectos ha detectado la falsedad histórica de parte de Chile.

CM.- Lo que me llamó la atención y me puso en contacto con el historiador boliviano don Roberto Querejazu fue que en Chile negaban la existencia de un decreto de Simón Bolívar que afirmaba que Bolivia sí tenía una costa.

Sin embargo, Querejazu afirmaba que el decreto de Bolívar existió. Un historiador chileno asegura que ese decreto nunca existió, que es espurio.

Ese investigador dijo que ese decreto nunca se ha visto en ninguna parte y que en todos los lugares que investigaron nunca lo encontraron. Con eso Chile argumenta que Bolivia nunca tuvo mar.

LT.- Qué otros argumentos chilenos ha refutado con sus investigaciones.

CM.- Que Bolivia nunca tuvo un litoral propio, y que fue culpable de provocar la Guerra del Pacífico. Sin embargo, yo salí de toda esa maraña por mis propias investigaciones.

Descubrí que los grandes hombres públicos de Chile, incluso uno de los padres de la patria, Bernardo O’Higgins, decía que Chile se extendía desde la bahía de Mejillones hacia el sur; no entraba a Mejillones ni a Antofagasta. Chile no tenía jurisdicción sobre territorio boliviano.

LT.- Esta versión contraria a la historia oficial de Chile, ¿le ha traído problemas?

CM.- Me consideran traidor, vendido a Bolivia y que mi obra está tergiversada. Mis libros no son aceptados y hay un continuo ataque contra mí y contra lo que yo escribo.

En dos librerías de Chile dejé mis libros para que por lo menos lo mostraran. Al día siguiente me los devolvieron. En una editorial de Santiago recibieron mis borradores para analizarlos, pero luego de seis meses rechazaron su publicación.

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