Entre las diversas muestras de apoyo que recibió Bolivia en su campaña de petición de una salida soberana al océano Pacífico, encontró en Eduardo Galeano a un gran aliado y amigo.
El presidente Evo Morales se sumó a las muchas muestras de dolor por la pérdida del escritor uruguayo, recalcando que el mundo perdió a uno de sus personajes más importantes: “Un maestro de la descolonización y la liberación de nuestros pueblos”.
Dijo que a través de sus textos, Galeano no sólo apuntó a evitar el saqueo económico de Latinoamérica, sino que se dirigió a las nuevas generaciones para defender la dignidad y soberanía de los pueblos.
Remarcó la importancia de un hecho por demás simbólico y trascendental acaecido en la última visita del Presidente a Uruguay, cuando la autoridad boliviana le obsequió un ejemplar de El libro del mar y el escritor, tras ver la tapa, sugirió inmediatamente que el documento debería llamarse El libro del mar robado. “Incluyendo una palabra dijo todo sobre el tema del mar para Bolivia”, sostuvo el mandatario.
Durante esta visita, Galeano no dudó en destacar que Bolivia es un ejemplo de dignidad para Latinoamérica, también valoró los cambios que vive el país resultado del liderazgo del primer presidente indígena en la región. Asimismo, reconoció en el presidente Morales al más entrañable símbolo de la identidad latinoamericana, mediante una nota que le entregó a Morales: “Evo: querido nuestro te damos un abrazo de bienvenida a esta tierra que es también tu tierra y que tuya seguirá siendo. Los uruguayos reconocemos en vos al más entrañable símbolo de identidad latinoamericana en sus raíces más profundas y en su fecunda diversidad. Las palabras sobran este abrazo lo dice todo, agradecemos tu querida presencia, has venido para quedarte en nosotros”.
El hecho de que Galeano aborde el tema del mar boliviano no fue un hecho novedoso. Un texto del uruguayo de 2003 manifestaba:
“En el siglo diecinueve, cuando Bolivia fue derrotada en la llamada Guerra del Pacífico, no sólo perdió su salida al mar y quedó acorralada en el corazón de América del Sur. También perdió su salitre.
La historia oficial, que es historia militar, cuenta que Chile ganó esa guerra; pero la historia real comprueba que el vencedor fue el empresario británico John Thomas North. Sin disparar un tiro ni gastar un penique, North conquistó territorios que habían sido de Bolivia y de Perú y se convirtió en el rey del salitre, que era por entonces el fertilizante imprescindible para alimentar las cansadas tierras de Europa”.
De igual manera, el uruguayo siguió de cerca el proceso de cambio boliviano. Hace más de una década habló de la refundación de Bolivia:
“El 22 de enero del año 2002, Evo fue expulsado del Paraíso.
O sea: el diputado Morales fue echado del Parlamento.
El 22 de enero del año 2006, en ese mismo lugar de pomposo aspecto, Evo Morales fue consagrado presidente de Bolivia.
O sea: Bolivia empieza a enterarse de que es un país de mayoría indígena.
Cuando la expulsión, un diputado indio era más raro que perro verde.
Cuatro años después, son muchos los legisladores que mascan coca, milenaria costumbre que estaba prohibida en el sagrado recinto parlamentario.
Mucho antes de la expulsión de Evo, ya los suyos, los indígenas, habían sido expulsados de la nación oficial. No eran hijos de Bolivia: eran no más que su mano de obra. Hasta hace poco más de medio siglo, los indios no podían votar ni caminar por las veredas de las ciudades.
Con toda razón, Evo ha dicho, en su primer discurso presidencial, que los indios no fueron invitados, en 1825, a la fundación de Bolivia.
Ésa es también la historia de toda América, incluyendo a Estados Unidos. Nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia de los países americanos fue desde el principio usurpada por una muy minoritaria minoría. Todas las primeras constituciones, sin excepción, dejaron afuera a las mujeres, a los indios, a los negros y a los pobres en general.
La elección de Evo Morales es, al menos en este sentido, equivalente a la elección de Michelle Bachelet. Evo y Eva. Por primera vez un indígena presidente en Bolivia, por primera vez una mujer presidente en Chile. Y lo mismo se podría decir de Brasil, donde por primera vez es negro el ministro de Cultura. ¿Acaso no tiene raíces africanas la cultura que ha salvado a Brasil de la tristeza?
En estas tierras, enfermas de racismo y de machismo, no faltará quien crea que todo esto es un escándalo.
Escandaloso es que no haya ocurrido antes”.
Posteriormente, reflejaba la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado con estas palabras:
“En el día de hoy del año 2009, el plebiscito popular dijo sí a la nueva Constitución propuesta por el presidente Evo Morales.
Hasta este día, los indios no eran hijos de Bolivia: eran nada más que su mano de obra.
En 1825, la primera Constitución otorgó la ciudadanía al tres o cuatro por ciento de la población. Los demás, indios, mujeres, pobres, analfabetos, no fueron invitados a la fiesta.
Para muchos periodistas extranjeros, Bolivia es un país ingobernable, incomprensible, intratable, inviable.
Se equivocan: deberían confesar que Bolivia es, para ellos, un país invisible. Y eso nada tiene de raro, porque hasta el día de hoy, también Bolivia había sido un país ciego de sí”.
Sobre mi primer desafío en el arte de narrar - (E.Galeano)
El pueblo boliviano de Llallagua vivía de la mina, y la mina devoraba a sus hijos. Metidos en los socavones, las tripas de las montañas, los mineros perseguían las vetas de estaño y en esa cacería perdían, en pocos años, los pulmones y la vida.
Yo había pasado un tiempito ahí, y me había hecho algunos amigos.
Y había llegado la hora de partir.
Estuvimos toda la noche bebiendo, los mineros y yo, cantando tristezas y contando chistes, a cual más malo.
Cuando ya estábamos cerca del amanecer, cuando poco faltaba para que el chillido de la sirena los llamara al trabajo, mis amigos callaron, todos a la vez, y alguno preguntó, o pidió, o mandó:
–Y ahora, hermanito, dinos cómo es la mar.
Yo me quedé mudo.
Insistían:
–Cuéntanos. Cuéntanos cómo es la mar.
Ninguno de ellos iba a verla nunca, todos iban a morir temprano, y yo no tenía más remedio que traerles la mar, la mar que estaba lejísimos, y encontrar palabras que fueran capaces de mojarlos.
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