A pesar del intenso frío, por debajo de los 10 grados centígrados bajo cero en el día y casi 20 en las noches, y los vientos persistentes, 17 bolivianos, entre varones y mujeres, son los custodios silenciosos de los manantiales del Silala.
Niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad decidieron vivir en esta región fronteriza con Chile por uno u otro motivo, a pesar de las condiciones climáticas y de las múltiples necesidades.
Según algunas autoridades de la región, los 17 pobladores no están mucho tiempo en el lugar, pero su presencia es invaluable, puesto que, al margen de conformar una pequeña comunidad boliviana que transita a menudo por esta región, es una gran compañía para los 20 efectivos militares (18 soldados y dos oficiales) que resguardan la frontera desde el Puesto Militar Adelantado Silala.
Los 17 bolivianos se acostumbraron a la vida cerca de la frontera y, aunque hablan muy poco y evitan comentar acerca de su forma de vida y las actividades que realizan en la región, se muestran amables con los visitantes.
Luego de realizar los quehaceres en sus respectivas familias, los niños y las niñas disfrutan jugando entre la escasa vegetación, corretean entre los bofedales y disfrutan del agua escarchada que emana de los manantiales, mientras que los mayores realizan otras actividades.
Sin embargo, cuando los rayos del sol se ocultan entre los cerros, todos vuelven a sus hogares para disfrutar de la compañía mutua. Se espera que más personas vivan en la zona.
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